La microbiota está presente en muchos aspectos de nuestra vida: alimentación, piel, sistema inmunológico… pero sabes verdaderamente qué produce la combinación entre la microbiota y la piel o cómo influye en nuestra salud cutánea. En este post te lo contamos.
¿Qué es la microbiota?
El término se refiere a un conjunto de microorganismos que viven en las diferentes zonas de nuestro cuerpo y que, normalmente, actúan como una barrera protectora con el mundo exterior, desde el intestino hasta las vías respiratorias.
Camilo Andrés Morales, Médico dermatólogo e investigador en la Facultad de Medicina, Universidad CES de Medellín, Colombia, afirma en su estudio Microbiota de la piel: el ecosistema cutáneo que “En la superficie cutánea cohabitan bacterias, hongos y parásitos que, en condiciones normales, constituyen un complejo ecosistema en permanente interacción con el huésped. Este ecosistema participa activamente en la doble función protectora de la piel, como barrera física e inmunológica. Por lo tanto, cuando el equilibrio del ecosistema se trastorna, se generan consecuencias negativas que predisponen y causan la aparición de enfermedades.”
En resumen, bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos habitan en nuestro organismo y nos ayudan a mantener la homeostasis. Esta relación de beneficio mutuo se denomina “holobionte”, es decir, el hospedador y los microorganismos que viven en simbiosis con él. Emplear la palabra “flora intestinal”, para referirse a la microbiota es un error, dado que no tiene nada que ver con el reino vegetal.
Por cada una de nuestras células tenemos de media 1,3 células bacterianas, en otras palabras, tenemos más de microbio que de humano. Nuestro ecosistema microbiano está compuesto por más de 100 billones de microorganismos que se clasifican en más de 10.000 especies distintas.
Aunque cada uno de nosotros tiene su microbiota particular, cada zona protectora posee una composición de microbiota diferente en relación a su función, por eso se habla de microbiota cutánea, intestinal, nasal, vaginal, etc.
Sin olvidar que nuestra piel está constantemente en contacto con múltiples estímulos que modifican la microbiota. Esta misma varía, por ejemplo, en relación con el entorno en el que vivimos, pero también en función de la mayor o menor exposición de zonas del cuerpo. Además, las distintas partes del cuerpo presentan distintos grados de hidratación y porcentaje de sebo, lo que implica que la superficie de la piel no sea homogénea.
Es un hecho que existe una estrecha relación entre nuestra salud intestinal y la dermatológica, ya que es en el intestino donde se aloja la microbiota (población bacteriana) En el caso de que la microbiota sufra algún desequilibrio, puede provocar diferentes patologías relacionadas con el sistema cutánea como acné, psoriasis y dermatitis atópica.
Acné, psoriasis y dermatitis por disbiosis intestinal
Entre las distintas enfermedades cutáneas que se pueden producir al no tener un microbiota cuidada y equilibrada, se encuentran las más conocidas y que todos hemos sufrido en alguna ocasión como el acné, la psoriasis y la dermatitis.
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel muy frecuente. Son muchos indicadores los que influyen en su aparición y por eso, a veces es difícil saber cuál es su origen, pero lo que si se ha demostrado es que factores como el estrés, la depresión y la ansiedad, pueden empeorarlo, porque alteran la microbiota intestinal favoreciendo la inflamación de piel.
La psoriasis está asociada directamente a la inflamación gastrointestinal. Entre el 7% y el 11% de los pacientes la sufren son diagnosticados de psoriasis.
La dermatitis se produce por factores genéticos, pero el medio ambiente en el que se vive y la microbiota también influye. Se ha demostrado que en pacientes con dermatitis atópica tienen una composición microbiana alterada en la piel y el intestino.
Cómo evitar el desequilibrio de la microbiota
Para que nuestra microbiota no se altere y mantenga un equilibrio correcto, tenemos que evitar la inflamación de nuestro intestino y la única forma de conseguirlo es con una alimentación sana y utilizar cosmética natural sin ingredientes tóxicos que alteren el Ph y la microbiota de nuestra piel.
Una alimentación equilibrada aportará los nutrientes, antioxidantes y aminoácidos que necesitamos para tener la microbiota equilibrada y, por ende, una piel luminosa e hidratada.
4 normas para una alimentación equilibrada
- Un aporte de proteínas de alto valor biológico que proporcione aminoácidos suficientes necesarios, para la síntesis del colágeno y controlar la flacidez.
- Ácidos grasos de buena calidad que aporten lípidos que junto a una buena hidratación harán que nuestra piel esté luminosa e hidratada
- Alimentos como zanahorias, espinacas, calabazas… y vitaminas C y A (cítricos, fresas, frambuesas…) nos ayudarán a neutralizar los radicales libres del sol y contrarrestarán sus efectos en la piel como la flacidez, manchas y arrugas finas.
- Restringir el consumo de azúcares que aceleran el envejecimiento y empeoran el acné. Además, un alto consumo de azúcares hará una desestructuración del colágeno y la elastina lo que hará que aparezcan más arrugas.
Además de una alimentación equilibrada para cuidar nuestros intestinos, hay que recordar que la cosmética natural será nuestro mayor aliado porque sus ingredientes vegetales evitan la toxicidad en nuestro organismo y penetra más profundamente en las capas de nuestra epidermis y dermis, aportando hidratación, nutrición y regeneración del colágeno tan necesario.
Si además podemos añadir Aceite de Oliva, un regenerador de la piel natural extraordinario, lograremos completar el cuidado de nuestra epidermis, sin dañarla, aportándola todo lo que a lo largo del día perdemos y sabiendo que cuidamos por fuera del mismo modo que cuidamos por dentro nuestro cuerpo.
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